miércoles, 29 de diciembre de 2010

Poema de Lorena Fernández

"Diatriba y Anatema"
A la comunidad acéfala y otros


Ser el otro Es que el hombre se haga mujer y se deje romper el orto. Sin alegrías ni tristezas, como suelen coger las parejas desparejas (es dejar de ser clase medioalta y bajar). No tener auto ni título ni propiedad, tomarse el tren a las 7am con cero de térmica, desayunar chipa de la paraguaya amigaQue vende todas las mananas con el bombo a punto de Parir Otro otroSer el otro es jamás haber escrito versosEn la molekinni saber escribir no tener parejaEstar solo y con todos Ser invisible y no insensibleNo matar al padreAunque sea un facho peronchoEs estar enfermoSer puta docente presidente y gayPasar por la cárcel de la inmovilidad socialSer huérfano teniendo padreex apropiarse de siY escribir versos para ninguna musa o princesavaciarse y desaparecer leyendo la voz propiaHaber pasado hambre y frioHaber entrado al extranjero por la cloacaO la alcantarillaHaber pisado el limite de la cordura yHaber vueltoSer flaco ser gordo ser feoQue la mujer se haga hombre y conduzca un paísArremangada de mangasMientras el hombre aprende el oficio de la maternidadY deja de ser pija o macho por un momentoDestronando el imperio patriarcal Que nos arroja al eterno regresoEs dejar a la mujer ser grande Por libre e idóneay al hombre mostrar al fin su verdadera bellezaEs sentarse en el geriátrico o el hospicioEn navidadPasar el 25 totalmente solano ganar por apellido o por azarEs perderEs ceder, ayudarDarle al pibe que te pide la tutuca Que compraste para vos y tu miradaPara juntos recordar por otro instanteQue no solo de hijos de putaEsta hecho este mundoSer el otro no es poética ni poéticoMucho menos la oportunidad de SERA costas de cortarle la cabeza a nadie(los hijos de los hippies pintan cuadros de guerra)Ser el otro, in-tuyo, puede ser otra formaDe ver-decir, de leer-amar y realfabetizarnosEs una urgencia, es ayer, es ahora,ya. Lo escribo por si me muero manana.

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

PD: escrito en brasil,con teclado brasileiro, sepan disculpar las faltas de enies.

En Brasil también se consigue

El site "El palco e o mundo" publicó una dedicada reseña a la antología de nuevos poetas. Les dejamos los primeros párrafos. El artículo completo está en: http://opalcoeomundo.blogspot.com/2010/12/o-assassinato-de-hamlet-e-poesia.html

"Em julho deste ano, comprei a antologia 200 Años de Poesía Argentina, que ainda não acabei de ler. Em outubro, recebi outra, muito diversa em seu escopo, Si Hamlet duda le daremos morte: Antología de poesía selvaje (City Bell: De la talita dorada, 2010). Esta se volta apenas para o contemporâneos que nasceram a partir do fim dos anos 1960, geração que não está presente no outro livro.Essa geração merece uma antologia? Não tenho dúvida que sim, ao lê-la. As antologias de jovens muitas vezes cumprem a função de manifesto, de intervenção, como foi, no Brasil, a 26 poetas hoje (mas não sua repetição dos anos 90, pela mesma antologista, que teve o gosto de farsa, apesar do mérito de alguns dos nomes escolhidos).A introdução/panfleto dos organizadores, Julián Axat e Juan Aiub (que não foram oficialmente incluídos na antologia), insiste na “Potencia descanonizada del decir.” e na morte do pai subjugador político-poético-canônico-editorial. Porém, se Hamlet não deve duvidar, é para poder vingar o seu pai. Para esses autores que eram crianças na última ditadura militar argentina, trata-se de vingar a morte do pai pela repressão, o que leva tantos à poesia política. No prefácio, Emiliano Bustos (filho do poeta Miguel Ángel Bustos, um desaparecido pela ditadura), ele mesmo incluído entre os poetas do livro, bem escreve que “Para muchos de estos poetas la política, por ejemplo, ya no es un paisaje”.

La guillotina (III)

Por Fernando Alfón

El pasado 11 de diciembre, para presentar Si Hamlet duda..., en la Ex Escuela de Mecánica de la Armada, Julián Axat volvió a llevar su guillotina. Esta vez fue algo más evidente que la exhibida en el Ex Regimiento 7, en La Plata, durante la primera presentación. Logró que fuera más evidente por medio de una elipsis: prescindió del objeto físico, pero llevó sus símbolos. Todos los que estaban en el acto: poetas, narradores, periodistas, conocían bien el poder de las metáforas; en especial este de enfatizar por medio de la omisión. Esta no es, sin embargo, la percepción de Axat sobre los hechos. Él no quiso llevar la guillotina al segundo acto. Sus razones eran convincentes: «Será mi propia cabeza la que ruede, si entro una guillotina a la ESMA», le oí confesar. ¿Qué es lo que sucede en ese lugar para que, no obstante haberse convertido en espacio de reflexión política, no puedan hacerse ciertas cosas?

No ignoro lo que sucedió en la ESMA, y creo que si Axat hubiera entrado con una guillotina hubiera profanado algo. Evito la ligereza en la elección de los términos; digo profanación, porque creo que ahí se custodia algo que se estima sagrado: la memoria. La Ex-ESMA no es un templo religioso, pero parece: rige la solemnidad, requiere la observación de ritos, inhibe la pronunciación de ciertas palabras, conjura determinados actos. El Pasado, aquí, como si se tratada de una divinidad, mira con un único ojo que acecha hasta en la última baldosa de la consciencia.

La memoria, no obstante, no siempre fue la misma memoria. Hubo pueblos ágrafos que, temiendo el peso de la historia, evitaron registrar el paso del tiempo. Nuestra concepción del pasado adolece de lo contrario: concede a la memoria, en casos, la dimensión de una deidad. Me inquieta esta última concepción por los dilemas que encierra. El fundamental, acaso, sea el de erigir la memoria en autoridad. Los riesgos, aquí, son altísimos, pues la historia puede devenir en oración y precepto; lejos de convocar la acción inventiva y vital, puede convertirse en obediencia y mero respeto.

Ciertos pueblos de antaño, argumenta Heinz Werner, recurrieron a la metáfora para nombrar aquello que, por tabú, estaba prohibido nombrar. La restricción tenía sus fundamentos: nombrar las cosas suponía participar de su naturaleza. Ciertas autoridades ―ni hablar de las divinas― convenía aludirlas sin apelar a sus nombres propios. En la Ex-ESMA, el pasado es tratado con sumo cuidado. Julián Axat lo sabe, por eso evitó hacer lo que está prohibido, aunque encontró sus metáforas: no llevó la guillotina, pero mencionó el drama de las influencias y la necesidad de separarse de ciertas tradiciones literarias. Todos lo comprendimos. No obstante, hubo desavenencia.

El libro guillotinado fue un azar ―un ejemplar de Neruda, uno de La Biblia, un pedazo de cartón que dijera «Libro», también hubiera servido. No se trata de Fabián Casas, accidentalmente degollado, cuyo influjo, al no existir, no está en discusión. Juzgar al acto de la guillotina de «ridículo» (I. Gruss), de «muy siniestro gusto» (J. Aulicino), o de «terrorista» (J. Fondebrider) quizá sean formas superficiales de juzgar un acto superficial. Armar una maqueta de guillotina es un acto anacrónico: recordarlo es ocioso; es una provocación: naturalmente; y hasta una promoción: no lo dudo. La lectura literal, no obstante, de lo que ostentosamente busca ser figurativo también es una metáfora, pero de las más haraganas.

La noche de la presentación, para mí, esta vez, fue corta; la mañana del día siguiente viajé para Ecuador. Al llegar, unos guayacos me contaron que, en el marco de la última Feria del Libro, celebrada en Guayaquil, al poeta español Leopoldo María Panero se le ocurrió, en medio de una entrevista, orinar en el césped de la catedral Metropolitana. El hecho no tiene nada que ver con la guillotina de Axat: se trató de un mero acto fisiológico, de un anciano sexagenario que, se sabe, vive en un psiquiátrico, en las Canarias, y jamás le interesó eso que llamamos urbanidad. Aunque lejos de pretender un impacto poético, algunos hermeneutas se preguntaron qué significa mear una catedral, a poco de cerrar la primera década del siglo XXI. El cura párroco, los pelucones de Quito, Cuenca y la provincia del Guayas, los poetas serios y el alcalde de Guayaquil ―una especie de Mauricio Macri tropical―, en cambio, objetaron el hecho por escandaloso, réprobo y ajeno a todo arte verdadero. Exhortaron al poeta, por último, a que termine con este tipo de metáforas. Seguí la polémica por El Telégrafo, en el Malecón, al pie del monumento a San Martín y Bolívar, que algunos llaman la entrevista entre Guayaquil y Buenos Aires.

Guayaquil, 26 de diciembre de 2010

miércoles, 15 de diciembre de 2010

¿Guillotina o submarino?

Por Leandro Andrini

Un corte, un tajo… y un nuevo espacio (cultural y político) que surge con todas las tensiones inherentes.

En la primera de las presentaciones de la antología salvaje si Hamlet duda le daremos muerte se produjo una interesante «subversión»: aparecieron la guillotina (objeto y símbolo) y Robespierre (sujeto artífice). Estos dos (indisolubles «históricamente») sustraen, o al menos distraen, la «idea» de «Revolución», tanto en la materialidad instrumental como en el plano «ideológico», y nos remiten a cierta «praxis» (del terror).

Un libro guillotinado…

Al verlo no pude dejar de asociarlo con aquella manifestación ateo-agnóstica que dos compañeros realizaron en la facultad. Tomaron tres Nuevo Testamento y los expusieron en un aula de trabajos de laboratorio: uno tal se los dio el feligrés (con la inscripción “para los creyentes”), otro cortado al medio paralelo al lomo conservando sólo la parte del lomo (con la inscripción “para los medio-creyentes”), y otro cortado al medio perpendicular al lomo conservando ambas partes (con la inscripción “arme su propia historia”). ¡Herejes!

Al guillotinar un libro ¿nos enfrentamos a una nueva «historia» que debemos «construir»? Como en el ejemplo de esa Biblia cortada ¿no estamos utilizando inclusive a ese libro para armar nuestra «propia historia»? ¿O estamos en la condición de la parte destinada a los medio-creyentes? Son condiciones de posibilidad (no de probabilidad), porque nos es permitido elegir. Elegimos qué y por dónde guillotinar (y en todo caso con qué parte quedarnos).

Robespierre, o Moreno –el de “no debe escandalizar el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa”- ¿destronaron al rey o al virrey para ocupar ellos las mismas funciones en el mismo espacio? Y con anterioridad al “destronamiento”, ¿no ocupaban ya funciones y espacios (políticos) diferentes?

Robespierre o Moreno ¿podían «dialogar» con el sujeto-otro sobre el objeto de la disputa? Cerca, temporalmente: ¿El PRT-ERP podía «dialogar» con Montoneros –y más drásticamente: con Perón-?. En una pirueta, por caso, ¿Prividera puede «dialogar» con Casas? O más propiamente ¿cuáles son las ligazones y/o los truncamientos que habilitan/deshabilitan el «diálogo» (si es que existen)?

Puede decirse que en el ideario y las prácticas de la «democracia», la «Revolución» es admirable como épica (porque pueden ser abominables sus militantes particulares). Como dice Badiou “entusiasmo por la Revolución, aborrecimiento por Robespierre y Saint-Just: ¿qué hay que interpretar por política para llegar a semejante separación?”.

¿La “Teoría de los Dos Demonios” no contiene parte de esta lógica? ¿Los discursos «hegemonizantes» de las décadas del ochenta y noventa no contienen rastros de esa disociación? ¿Poder y discurso –discurso en sus variadas formas- pueden disgregarse?

La guillotina disparó la polémica…

Y la polémica llegó a orillas del río, al ECuNHI (exESMA), donde el pasado 11 de diciembre se celebró la segunda de las presentaciones de la antología.

Hasta allí se trasladó una irónica pregunta: ¿guillotina o submarino?

La «ironía», ya en la condición de razón cínica, es –en alguna medida– la respuesta de la cultura dominante al procedimiento que subvierte la propuesta «oficial» confrontándola con la situación de su propia enunciación. O como sostiene Zizek, el cinismo reconoce “la distancia entre la máscara ideológica y la realidad, pero todavía encuentra razones para conservar la máscara”.

¿Por qué tendría que haber submarino si la asfixia nos viene persiguiendo durante todos estos años? ¿La guillotina acaso no es un escudo ante el submarino?

Muchas dudas (y peor aún: hay dando vueltas una guillotina…). Menos mal que no soy Hamlet…

Todas las «», porque en esta «multiplicidad» antologada no necesariamente existe un acuerdo sobre ciertos «nombres», «conceptos» o «categorías»…

Lo «trascendental» ha sido el «acontecimiento» poético, y como Juan González Moras ya lo ha expresado, lo calco: “gracias Julián y Juan por la oportunidad, por el empeño y dedicación, por la desmedida generosidad de la convocatoria”.

Acontecimiento –parafraseando a Badiou– que es también político porque es atribuible a la multiplicidad de un colectivo, que tiene por efecto el carácter infinito de las situaciones, porque procede a la puesta en evidencia de la infinitud subjetiva de esas situaciones (donde “toda política de emancipación refuta el ser para la muerte”).

Por último, una certeza (ilusoria): si mañana o pasado mañana o la semana que viene una «hoz» cortara al medio esta antología deberá hacerlo desde una polifonía tanto más radical como múltiple, para dar un paso hacia delante en la puesta en evidencia de la infinitud subjetiva de esa situación.

sábado, 11 de diciembre de 2010

“Hay que reconquistar el espacio ganado por el terror”

La periodista Silvina Friera, de Página/12, publicó en la edición de este sábado 11 de diciembre, un extenso artículo sobre la presentación de la antología salvaje en la ex-Esma:

"Medio centenar de poetas, muchos de ellos hijos de desaparecidos, leerán sus poemas en el lugar donde funcionó la ESMA. Se autoproclaman “heridos por la derrota, nunca obnubilados por ella” y proponen además un debate sobre el compromiso de las últimas generaciones".


Ver nota completa