domingo, 6 de marzo de 2011

Desobediencia poética

Nota a Julián Axat en la revista Prisma Jurídico



Prisma Jurídico – Em "La desobediencia civil ante la criminalización" (La criminalización de la protesta social), sustenta-se que a expressão desobediência civil pôde generalizar-se depois do fim da bipolarização geopolítica. Por que isso ocorreu?
Julián Axat – Yo no hablo de algo generalizado, ese trabajo recopila ideas y conceptos que surgen como consecuencia del período 1990/2000 y de los ciclos de protestas sociales que se van potenciando a medida que se profundiza la implementación de políticas neoliberales que dicta el Consenso de Washington y acata el gobierno Argentino de entonces. Esas políticas son las que traen aparejado un nivel de descontento y exclusión social que pone en crisis el sistema de representación y legitimación del sistema de legalidad general, pero con particularidad en cada subsistema legal (agrario, seguridad social, laboral, servicios de comunicación, recursos naturales, etc.). La política de ese momento echa mano al código penal, utilizando el encierro para contener los niveles de protesta social que se oponían a los cambios neoliberales. El saldo ha sido gran cantidad de personas presas y procesadas, asesinatos a manos de las fuerzas de seguridad. Hechos como la masacre del 19 y 20 de diciembre de 2001 en la Plaza de Mayo, o la muerte de los militantes sociales Kosteki y Santillán en junio de 2002, son los que ponen fin al período, y dan inicio a uno nuevo.

El fin del mundo bipolar, coincide con el fin de las ideologías falsamente vaticinado por Fukuyama, y la imposición a nivel planetario del pensamiento único neoliberal. En los 90, los argentinos aprendimos que los golpes de estado pueden ocurrir sin suspensión militar del orden constitucional, y su contenido estar cargado de ese pensamiento único anunciando el retiro del estado de la vida social, la acumulación del capital en pocas manos, y el nacimiento de una nueva tecnología de control social y castigo. Esa situación, hasta entonces inédita, modificaba de plano las formas tradicionales de la reacción popular ante las nuevas maneras de la opresión estatal. En ese marco ya no aparece la violencia política como la respuesta o la forma de resistencia. Entonces se pudo observar una realidad compleja, con entramados de acciones colectivas de movimientos sociales o simples acciones espontáneas de ciudadanos que pasaban de la protesta pacífica, a la participación política directa e indirecta, muchas veces con actos excepcionales de desobediencia civil que se justificaban con la especial coyuntura opresiva que se vivía.


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