martes, 23 de noviembre de 2010

Los hijos del fierro

Por Nicolás Prividera*



Hay hijos que convierten su vida en un santuario de los padres.
Hay hijos que tienen miedo del pasado tanto como del futuro.
Hay hijos que ocultan su origen, como si temieran –o simplemente no quisieran- ser señalados.
Hay hijos que no saben que sus padres fueron asesinados, tal vez por las mismas personas a las que llaman padres.
Hay hijos que vivieron el exilio con sus padres, para los que es natural no sentirse en casa en ninguna parte.
Hay hijos que crecieron con sus padres perseguidos y prefieren olvidar ese tiempo hecho de mudanzas incomprensibles.
Hay hijos que tienen a sus padres y, tal vez por eso, no les interesa ahondar en su historia.
Hay hijos que creen ser “hijos de desaparecidos”, pero solo encarnan la duda hamletiana que corroe a una generación.
Hay hijos que se apresuran en ser padres.
Hay hijos que se apresuran en ser padres y siguen siendo hijos.
Hay hijos que no quieren ser padres.
Hay hijos que no quieren ser HIJOS.
Hay hijos que no quieren ser.

* Adelanto de su próximo libro: Restos de restos.


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